Nos lo suelta en la cena como si de una anécdota simpática se tratara, ante la estupefacción de los presentes, cuando el buque-escuela Juan Sebastián Elcano atracó en Rio de Janeiro la oferta de cocaína fue tal, que quien no la había probado la probó y quien ya la conocía aprovechó el viaje de vuelta a la madre patria para traer negocio.
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