Benedicto XVI denunció ayer en su discurso anual ante el Cuerpo Diplomático acreditado en la Santa Sede, la persecución expresa o tácita de cristianos.
Pero pretender equiparar educación para la ciudadanía o políticas de igualdad con la matanza de cristianos o prohibiciones de culto en los países musulmanes resulta inaceptable.
Cambiando de escenario pero no de cuerpo diplomático, al Rey le suena el politono.
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