A pesar del subidón catalán en medio de un pronunciado desgaste del PSOE de Zapatero, este PP sigue sin entusiasmar.
No gusta este Zapatero de argumentario fácil y soflamas a lo Leire Pajín, no le gusta a un electorado que está hasta el cuerno de las derivadas en una gestión de la crisis que ha vaciado los bolsillos del ciudadano y aumentado los dividendos de la banca.
Pero no gusta Rajoy como líder, no gusta la órbita de derechona tramontana mediática que orbita entorno a Génova, a lo Fox-Tea Party. Este PP no entusiasma y no se gana al electorado por mérito propio sino por demérito ajeno. Y esta recarga ideológica espanta en una España más preocupada porque las cuentas cuadren que por sentarse a rezar el rosario bajo la efigie del generalísimo.
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