El plan-E resultó un incentivo del trabajo no cualificado, de peonadas subcontratadas que permitieron equilibrar los balances y cuenta de resultados de grandes constructoras. No dió respuesta a investigación, desarrollo, productividad y ni siquiera a la situación de desempleo de los españoles. En Barcelona y alrededores asistimos con cierta estupefacción a ver como se dilapidaban cantidades ingentes de dinero en el cambio de aceras y como el trabajo efectivo era desempeñado no por españoles sino por ciudadanos extranjeros.
No menos alarmante fue el capote dado a las politizadas cajas de ahorros o gran banca financiadora de los partidos y constructoras, con los impuestos de todos se les regaló un cheque en blanco, a cambio de nada. Las familias han tenido que pagar doblemente a este sector financiero, con los intereses de hipotecas fagocitantes y con sus impuestos desviados para seguir haciendo caja la banca. Y ay que se te pase una mensualidad de hipoteca, no hay indulgencia, ni indulto.
Y llegó la hora de buscar paganos, las pensiones de ancianos, los sueldos de mileuristas funcionarios, sin atender a razones o rendimientos. Eso sí, la maquinaria política ni tocarla. Cargos oficiales con coche oficial y gabinete de asesores por doquier, visa oficial para comilonas y gastos de representación, no, no hablo de la Casa Real ni de Moncloa, hablo de las 17 taifas autonómicas, los más de 50 virreinatos provinciales e insulares, las más de 8000 cortes municipales y los cientos de instituciones intermedias y paralelas. Porque aquí a la administración no se la entiende como servicio público sino lo público a mi servicio, como el carro al que se han subido toda la clase política, de un color u otro, como un tablero en donde colocar sus diferentes piezas. No, no sobran médicos, ni profesores, ni inspectores de hacienda, sobran políticos que al mínimo cargo lo convierten en privilegio que hacer valer a su favor. Vasallaje político-institucional.
Enseguida se pusieron a subir el IVA, a recortar derechos laborales, a cambiar la edad de jubilación, pero eso sí, los privilegios de la casta política ni tocarlos, reformas para que ellos sigan subsisiendo, para que sus cuentas sigan cuadrando. ¿Puede España mantener semejante andamiaje político-institucional? Con la población, la productividad, el PIB de un país como éste, 17 legislaciones diferentes, 17 sistemas sanitarios, 17 sistemas educativos y dos ciudades autónomas. Yo creo que no, pero ellos prefirieron no plantearselo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario