
Imagen: El Roto. "El País" 10 abril 2010
La memoria histórica está presente de Tel Aviv a Varsovia pasando por Madrid, Barcelona o Cáceres. Polonia se cubre de luto recordando el segundo Katyn, Israel se paraliza en memoria de sus fallecidos, pero en España sigue habiendo fosas comunes y familiares que desconocen dónde están los restos de padres o hermanos. La transición española se hizo obviando un principio de justicia material y moral de reparación del daño causado. Si bien los caídos nacionales fueron honrados y glorificados, los del otro lado, los del bando perdedor, fueron silenciados y sentenciados al olvido. Y pasaron 30 años de joven democracia, y el silencio de propios y extraños se quebró en parte con la Ley de la Memoria Histórica y en parte y mitad con la actuación de Garzón permitiendo la exhumación e identificación de cadáveres.
Nada puedo decir del resto de asuntos de Garzón, las escuchas en el caso Gürtel a las entrevistas de los abogados con sus clientes resultan del todo improcedentes como vulneradoras de derechos procesales fundamentales, pero en el presente caso es de dignidad nacional reparar el daño causado por la Guerra Civil.
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