Y España entró en las Comunidades, a toda costa y a todo precio, coste de oportunidad para pegar un salto a la modernidad, que no lo fue tanto pero sí de cambio profundo.
Se nos adjudicó etiqueta de país de servicios, de mucamas y camareros al servicio de turistas ingleses, franceses o alemanes. Y acatamos.
El peor precio fue el pedirnos la amputación del tejido industrial, de piernas y brazos, y hubo quien se preguntó porqué teníamos que amputarnos las piernas si a fin de cuentas franceses y alemanes también tenían. Se nos dijo que teníamos unos pies muy feos, muy grandes, difícil de encontrales zapatos, pero si vosotros también los tenéis, ya pero los vuestros tiene cojera, patizambos, pero si tiene cura, pero además nos huelen mal vuestros pies, pero si los podemos lavar, nada, nada, lo mejor es la amputación, no, no quiero que me cortéis las piernas para caminar a dónde quiera, no os preocupéis os llevaremos a la silla de la reina, durante un tiempo, pero yo quiero ser libre en mi andar, os daremos dineros, así podéis tumbaros al sol y vivir el momento, disfrutar del presente, no os preocupéis por el futuro, ya produciremos nosotros por vosotros, ya decidiremos nosotros por vosotros.
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