La cualificación es alta, el currículum envidiable y por ello también la barrera para encontrar un puesto de trabajo, especialmente en un momento en el que se está más por el mantener lo que se tiene, en conservar, en aferrarse, y no en el apostar, innovar.
Y de repente el segundo paro, el frenazo al ritmo de vida, el reajuste y el replanteamiento, porque mantener un Jaguar no es lo mismo que mantener un Citroën, y la estigmatización, la que te hacen esos que antes se aproximaban a tí como vía de negocio y que ahora no están para escuchar penas y que se les confunda, no se les vaya a pegar.
Y los hijos, no es lo mismo el paro en el colegio de primaria del barrio que en el Liceo Multilingüe de actividades extraescolares a plazo fijo.
Personalmente lo veo de forma diferente, que quizás haya que coger las maletas, despojarse y empezar de cero, pero de cero con interesantes decimales. La experiencia y la cualificación siempre son un grado, el toro por los cuernos, así, con ganas, estemos donde tengamos que estar, y la prudencia a la hora de a quién abrir la puerta de nuestra casa,quizás ahí sí debamos ser más selectivos y elitistas, codearnos con buenas personas y no con billeteras, de esas ávidas por vacías o por en exceso repletas.
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