Y para reinterpretaciones las de Bigas Luna, en seno mamporreado a lengüetazos, hormonal como un chorro de leche caliente en la boca. Los llaman erotómanos, y lo consiguen. Almodóvar me deja fláccido pero decir Bigas Luna ya me basta para fantasear y segregar, como un Berlanga a tamaño natural, un Hitchcock sádico atroz, o uno de los apetecibles martirios de Buñuel.
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