sábado, 15 de agosto de 2009

Ogros e inteligencia emocional

Como a diario, la niña entró en el súper arrastrando tras de sí a su madre esclava. Pobre niña, ignorante que tras aquel mostrador realmente trabajaba un orco, mi ogro sonriente.
-Quiero agua, quiero agua.. .Quiero agua, quiero agua...
La agotada madre, como todas las mañanas, le pide al ogro un vasito para su niña y se pierde entre las estanterías. En ese momento el ogro sonriente, con su impoluto mandíl blanco y su gorrito, sale de detrás del mostrador con un vasito de agua fresquita.
-Ven, ven- le dice- quieres que te enseñe una cosita?
La niña asida al vasito blanco asiente mientras da lengüetazos sofocada.
- Ven, pasa, pasa- y la niña cansada pero ávida, le sigue tras el mostrador.
El ogro se detiene ante la puerta de acero.
-Mira aquí es dónde meto yo a las niños que todos los días entran por la puerta pidiendo vasitos de agua- le susurra al oído abriendo la gran cámara- aquí los tengo a todos- le señala mostrándole los corderos desollados.
Nunca más volvió a pedir agua, entraba cogida de su madre, mirando entre los botes para saber si tras aquel mostrador estaba el orco, mi ogro.

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