lunes, 25 de agosto de 2008

muerte entre raviolis

La inaguración, como una película de Berlanga, ahí estaban todos. Se inagura con palabras mayores, me hacen extensiva la invitación y tras tarde de ruta turística y diálogos del corazón, allá que me los llevo. Curioso contemplar el evento, con alfombra roja y todo. Toda una sociedad congregada en esencia en un mismo local, no faltó nadie, bueno creo que en este caso no ví a nadie del clero y me sorprendió. Tanto cúmulo podría llegar a ser un tanto violento por el exceso de información, pero uno aprende a hablar de lo menos importante y a ejercer el olvido profesional. Me fascinó el collar del propietario con su nombre en letras de oro y la camisa bien entreabierta luciendo pelambrera, espero que no le pararan y le hicieran un análisis de tóxicos. En la ciudad hay otro local, de comida italiana alto standing, de los que cuelgan fotos de famosos comensales y te atienden finamente, cierto es que la comida es buena, la ambientación adecuada, pero nada evita que parezca que te adentras en un local calabrés propio de matanza y tiro en la nuca entre raviolis.

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