lunes, 25 de agosto de 2008

De amigos y cómplices

Uno puede tener amigos y cómplices, los míos, mis cómplices fueron Elena, Krol, Perdomo y Rivas, con ellos era yo mismo sin blog, era sentirse libre para ser, sentir, decir y actuar, aunque fuera con el deseo amargo de Elena. Mi mejor verano fue el que compartí con Krol, de perpetuo deambular, con sus días y noches, con el bareto de las calles con nombre de libertad. Y llegó Perdomo y su permanente estado de sitio, entre el doble sentido y la carcajada, con versalles tuneado de fondo. Rivas y de nuevo los interminables paseos mezclando manga, japonés y escatología voladora de la sub-Z fílmica o esas cenas con minisandwiches viendo el skyline mientras un pelirroja de largamelena, se la devoraba a su respectivo en el coche de al lado. Hoy en día ya no hay cómplices, ya no quedan, las relaciones se acabaron devorando a ellas mismas. Lo peor es que soy consciente de que no estoy receptivo, estoy en recesión emocional.

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