En un país como el nuestro, con una historia tan continental, cualquier actitud prohibicionista por parte del Estado y políticos coyunturales vía parlamento deben generar una especial reacción de rechazo o cuanto menos un obligado cuestionarse el porqué, pues hipotecan la vida de la comunidad, sobretodo cuando va más allá de lo necesario, cuando se observa una desproporción o falta de relación entre los supuestos bienes jurídicos protegidos y aquellos rechazados, anulados.
Esto ocurre en este caso de ayuntamientos en periódo preelectoral y en un ámbito de evidente rechazo xenófobo e islamófobo que es camuflado como sistema de seguridad, curisoso que en ayuntamientos en donde ni siquiera hay inmigrantes se haya prohibido. No, no resulta aceptable, y esta extraña reacción de ajenidad y de acatamiento me trae a la memoria el famoso adagio de Martin Niemöller "Cuando los nazis vinieron por los comunistas”
Si bien puede asumirse que en el control de edificos públicos por medidas de seguridad se prohiba entrar con el rostro cubierto, ello no justifica la prohibición de una prenda identificada como manifestación del elemental principio liberal de libertad religiosa e ideológica. Con ello no se consigue la que la mujer islámica se libere sino todo lo contrario, se la priva del espacio público.
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Martin Niemöller, 1946
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