Me exaltan la inmigración cualificada de Argentina, Chile, Cuba o Venezuela y me distinguen de la inmigración las afinidades de base con iberoamérica, refiriéndome y comparándome con EEUU.
Que en EEUU sí hay una continuada inmigración desde países en vías de desarrollo, pero de base común e intregables fácilmente en una identidad de barras-estrellas y carro de supermercado, subrayándome que mucho diferencia un espalda mojada de un paterista.
Que a España le ha tocado el desafío de ser puerta de entrada de una inmigración no cualificada en choque de civilizaciones. Me hablan de los clérigos islámicos, gurús antiingregación, emisarios político-religiosos, formados en odiar nuestra cultura y que siendo los únicos que los miran a los ojos, les ceban en el odio como forma de control de su rebaño, sujetándolos con cuerdas que impiden la integración. Que en Escandinavia se va por la vía de exigir clérigos formados en su cultura y no importados desde el argumentario del odio anti-integración.
Me distinguen los subsaharianos, de éxodo de hambres y guerras y su voluntad por sobrevivir. Me hablan de los campos y los temporeros abrasados por el sol y el abuso.
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