Ayer "El Periódico de Catalunya" saca la portada, y surge el cacareo.
Cualquier pensamiento crítico es atajado inmediatamente al grito de racista, xenófobo... silenciando una realidad que permanaece latente. Vic, Salt...El miedo de los moderados, de los demócratas a hablar de los problemas y abordar su solución, deja el discurso abierto a los radicales del discurso del odio.
La realidad es que muchos municipios se han visto sobrepasados en pocos años por la afluencia masiva de una inmigración descontrolada. Sí muchos a trabajar y a dar lo mejor a sus familias, pero otros muchos a trampear la vida o a delinquir. Todo ello bajo la tolerancia bienpensante de lo políticamente correcto que hace oídos sordos a las quejas vecinales, de sindicatos policiales, de estadísticas judiciales y penitenciarias.
El coste de la asimilación de la inmigración se ha repercutido directamente sobre las clases humildes. La sensación que hay lo mismo para repartir pero toca menos, y así la clase obrera, cuyos barrios se convierten en nuevos guetos, se ve desplazada en los servicios y prestaciones sociales por los recién llegados, como si los de aquí no tuvieran necesidades.
Que bien queda la foto con el recién llegado, porque en política social parece haberse invisibilizado al natural de aquí. Parece que a mucho político le cuesta reconocerse en ese compañero de colegio que ahora está en el paro y cuya familia no puede ni imaginarse el final de mes. Y así va la olla social, tragada por un déficit del despilfarro, la política de imagen y más demagogia de las que mis palabras pueda aparentar y que no es más que rabia por el roce diario con la realidad.
Y en esto la izquierda muda y lo peor, que una importa parte de la clase trabajadora ha dejado de sentirse representada por esta izquierda de figurín y mira con simpatía a los otros, a los que sí hablan de los que ellos sienten, pero masticado y retorcido con la simpleza del odio.
Según encuesta de El Periódico de Catalunya, publicada 25/03/10, el 48% de los catalanes piensan que la inmigración es mala para Cataluña frente a un 33,8% que opina que es buena. El 24% admite la posibilidad de votar a un partido abiertamente xenófobo.
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