Bush sigue con sus últimos actos como presidente, hace un tiempo buscando huevos de pascua en el jardín. Esta vez le tocó una de sus muchas últimas cenas, la anual de la asociación de corresponsales de prensa en la Casa Blanca. No acudió ninguno de los candidatos demócratas, pero estuvieron presentes en el malvado discurso que le escribieron. En él excusaba la no asistencia de la Sra. de Clinton por los francotiradores que rodeaban el edificio, malvada alusión a los faroles de la candidata, sobre los riesgos de su etapa de primera dama de misión por Yugoslavia.
En España, Alfonso Guerra no necesita que le preparen el discurso, se lo prepara bien él solito, un maestro de maldades con daga. En la prensa nos quedamos con D. Federico.
Y es que las ocurrencias pueden servir para humanizar al candidato, tratando de mostrarnoslo cercano y con tanta cercanía que tape lo y a los que tiene detrás. Y ahí tenemos a los del G8, bailándonos un karaoke para entre risas tapar los olores que dejan detrás.
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