miércoles, 20 de enero de 2010

El hombre desvanecido.

En las rupturas podemos tratar de calcar culpas, en el mío, no hay buenos, ni malos, sólo sorprendidos. Llegó súbito y se fue diluyendo al regreso del viaje, si, con la caída de la hoja, ahí empezó a desdibujarse, un mes enmudeció, olvidó, y aguardé, como si nada hubiese pasado, en altibajo, y desde entonces.

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