
Estreno
Un nuevo Titanic eco-social, con un ejército fuera de casa desnaturalizado y convertido en mercenarios a sueldo de empresas depredadoras (Irak?), y unos insurgentes cianóticos a los que intentar comprar con cerveza light y vaqueros (Latinoamérica, África, Oriente Próximo, Asia?. La historia pasará factura y el imperio Americano hace grietas. En latinoamérica el estallido bolivariano, en medio mundo el islamismo, y en China la balanza comercial, y mientras un imperio disperso en numerosos campos de batalla y descuidando su flanco interno.
Mmmm, y en eso llegó la sonrisa permanente e inmutable de Obama, un Bill Cosby, afable y amable con una mujer cuasi-guerrillera (New Yorker, malo, malo). La Europa continental está ganada, porque al margen de los derechos de pantalla sólo nos diferencia nuestra percepción de la moralidad (Serán los evangélicos los responsables del cisma?). Ahora ya puedes beberte un Starbucks sin sentirte culpable, e ir a un McDonalds y reivindicar la multiculturalidad. Pero la historia no se reescribe por legislaturas, al menos la historia de verdad, y la memoria histórica de pueblos de tradición oral en donde el tiempo no se mide por el zapeo, es diferente.
La película es buena, espectáulo a lo Ben-Hur, para ver a lo grande y con gafas, no racaneen el euro del pase 3D ni se les ocurra esperar a verla en casa o emulada. Que oportunidad perdieron en Conpenhague, deberían haberles hecho un pase previo.
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